Tú ya lo sabes: todo lo que nos ponemos en la piel, también lo ponemos en nuestro organismo.
Por tanto, si para hidratar la piel utilizamos cosméticos nutritivos, cien por cien naturales, estaremos nutriendo también nuestro interior. Así de simple.
Ahora bien, lo saludable nos encanta pero también queremos vernos guapas.
No sólo nos ponemos potingues para hidratar, también nos gusta que colaboren para lucir una piel tersa, luminosa, radiante…
Y si ya, de paso, esas cremas pueden ser versátiles, que puedas usarlas para todo el cuerpo o que pueda usarla toda la familia, mucho mejor. ¿No te parece?
Bien, pues esta crema tiene todo eso: es 100% natural (tanto, que podrías comértela), colabora a reparar, proteger, iluminar y sanar.
Además, vale para nutrir todo el cuerpo, desde los pies a las puntas del pelo, pasando por tu cara bonita. Y puede (y debe) usarla toda la familia.
¿Su secreto? Sus ingredientes: aceite vegetal de moringa mezclado con tuétanos y grasa de animales de pasto.
Un sencillo pero potente combo que podría dar lugar a un caldo pero da lugar a una preciosa crema que proporciona vitaminas, grasas, colágeno, proteínas, antioxidantes… consiguiendo nutrir de manera profunda, reviviendo, reparando y mimando esa capa exterior que es tu piel al tiempo que respeta todo aquello que hay debajo de ella.
Su nombre lo dice todo porque, de verdad, es mano de Santa.