Maldito plástico.
Está por todas partes. Invadiendo los paisajes, contaminando aguas, estropeando playas, exterminando animales… y ya no se trata tanto de la posibilidad de reciclarlo sino del hecho de que se genera demasiado. Se consume demasiado. Y es altamente goloso, pues su coste de producción resulta barato y, además, es versátil y resistente.
Pero, ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar por tanta comodidad? ¿Hasta cuándo vamos a ignorar a los habitantes del futuro y a los ecosistemas que nos estamos cargando?
Hace ya muchos años que aquellos que mueven los hilos del mundo se dieron cuenta que el plástico estaba creciendo por encima de las posibilidades del planeta.
Entonces, llamaron al reciclaje.
Concienciaron a generaciones enteras de la importancia de separar los residuos y depositarlos en el contenedor correcto. Nos aprendimos de memoria la monserga de los colores del reciclaje y la mayoría la cumplió.
Sin embargo, se olvidaron de contarnos todas las verdades.
Se olvidaron de decirnos que sólo nos narraban una pequeña parte de la historia.
Se olvidaron de educar en la conciencia de que rechazar los plásticos era mucho mejor que reciclarlos.
¿Por qué? Bueno, las razones son profundas, diversas y complicadas pero se pueden resumir con algunos términos sencillos: intereses, capital, política, consumismo, capitalismo, dinero…
Cuando quisimos darnos cuenta, islas enteras de plástico flotaban en el pacífico, los microplásticos resultantes de la degradación de nuestro caprichoso consumo llenaban los estómagos de ballenas y delfines, las aves daban de comer a sus polluelos trozos de plástico rescatados de las playas y los arrecifes de coral estaban degradados… Por citar sólo algunas desgracias acontecidas a raíz del egoísmo humano y la manipulación a la que nos someten.
Hoy, sabemos que reciclar ya no es suficiente. Que es una acción que sólo limpia un 0,5% de la basura de la que nos desprendemos a diario. Y que a la famosa regla de las tres “R” (reducir, reciclar, reutilizar) hay que añadirle una R más:
La R de Rechazar.
Lo que puede enseñarnos la cuarentena
Escribo estas líneas en plena crisis sanitaria por el coronavirus. Con el mundo entero confinado en sus casas debido a un inminente peligro invisible que puede acabar con muchísimos de nosotros, sino con la mayoría o con todos. La única vacuna al virus, a día de hoy, es el aislamiento, porque el virus se mueve con la gente. La premisa es que si nos quedamos quietos, encerrados, sin actividad social, conseguiremos esquivarle.
Pero, oye, yo no venía aquí a hablar del coronavirus sino de una reflexión que me surge a raíz de dos observaciones de la situación actual:
- Por un lado, prácticamente el total de la población ha aceptado sin problemas las nuevas normas sobrevinientes tras decretar el estado de alarma. Aunque sean duras. Aunque mucha gente las está pasando canutas.
Y no sólo se acatan las normas, sino que en la mayoría de los casos surgen redes vecinales de solidaridad y ayuda, de empatía, de compañía y apoyo. Y la gente, que quisiera estar en la calle disfrutando el sol de primavera, baila, espera y aplaude en sus balcones y cuelga pancartas de ánimo y optimismo.
- Por otro lado, la naturaleza ya se ha dado cuenta de que estamos encerrados en casa.
Una de las primeras señales de su alegría por nuestro confinamiento fueron los canales de Venecia, en Italia, que a los pocos días de no sufrir el maltrato de un turismo devastador ya lucían aguas transparentes repletas de peces. Y como en ellas, se han visto animales en lugares donde no se veían desde hacía años…pero no sólo eso, los cielos de las grandes ciudades están más claros, se ha reducido la contaminación atmosférica y se ha dado una drástica reducción en las emisiones de dióxido de nitrógeno (hasta un 80% en muchos casos) de las principales ciudades de (casi) todo el mundo.
Es decir, que con 15 días de acatamiento de normas estrictas para proteger(nos) de un mal mortal, los beneficios en el medio ambiente han sido enormes.
Entonces…
¿Por qué hasta ahora los gobiernos no han acatado una política más estricta respecto a los objetivos de sostenibilidad?
¿Por qué, a pesar de que hace años que los estudios señalan que nuestras formas de consumo, turismo, trabajo…están acabando con el planeta, nunca se ha hecho nada realmente firme –como en la situación que ahora vivimos- para generar conciencia y empatía hacia el planeta, hacia el futuro, hacia la sostenibilidad, como única llave posible?
¿Acaso no es la salud del planeta nuestra propia salud?
Pero… volvamos al plástico
Sabemos que estamos generando y consumiendo plásticos por encima de nuestras posibilidades.
Sabemos que el plástico mata al planeta, y a nosotros mismos y a las generaciones futuras.
Sabemos que con reciclar no es suficiente. Que es una vergüenza medioambiental y social las imágenes que muestran la invasión que nuestros residuos suponen para los ecosistemas (en los que, por cierto, nosotros también vivimos).
Sabemos, pues, que nos estamos invadiendo a nosotros mismos. Nos estamos matando a nosotros mismos.
Es así de triste.
Y además sabemos que aquellos que nos gobiernan están también gobernados por peces gordos denominados intereses. Y que aunque se hinchen el pecho haciendo cumbres y escribiendo objetivos, a la hora de la verdad reparten migajas de acciones vacías y el general se queda en menos que nada.
La clave está en la gente.
En ti. En las acciones individuales.
En las pequeñas revoluciones que podemos llevar a cabo cada día, sin esfuerzo, creando hábitos sencillos que pasan, invariablemente, por rechazar el uso del plástico.
Tú puedes hacer más desde tu casa que ese político de turno que sale en las noticias explicándote cuantísimo va a trabajar en políticas ecológicas.
Cada vez existen más alternativas para rechazar el plástico. Y si queremos que su presencia desaparezca de nuestras vidas, de los productos que se fabrican, debemos exigirlo.
La clave está en RECHAZAR. Reutilizar, reducir y reciclar. Pero, sobre todo, rechazar.
Antepón el rechazo al plástico a todas las demás alternativas.
Actúa desde tu casa.
Puede parecerte poca cosa pero, piénsalo: tenemos un increíble poder como consumidores y, por eso, para seguir engordando, la industria vigila muy de cerca nuestra forma de comportarnos.
Si cada vez más y más gente se suma al movimiento de rechazar productos que vengan envueltos en plástico, la producción industrial tendrá que adaptarse al movimiento zero waste para poder sobrevivir.
Las acciones que ahora emprendas serán determinantes para el futuro.
Y las pequeñas buenas acciones, que además son contagiosas, son las que más pueden ayudar a que haya un futuro para el planeta y todos los seres vivos que en él habitamos.
14 TIPS PARA AYUDARTE A RECHAZAR PLÁSTICOS
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Para tu alimentación, seis simples acciones:
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- Hazte con un par de bolsas de tela bonitas, o con un carro de esos de ruedas. Añade a ese kit alguna bolsa de cartón o papel con asas para los alimentos que menos pesan. O alguna pequeña bolsa de algodón para comprar frutas, verduras, cereales, legumbres…a granel. También puedes salvar las típicas bolsas de papel en las que viene el pan y reutilizarlas como compartimento para cereales o frutos secos en tus compras.
- Lava con agua y jabón todos los botes de cristal que entren en tu casa y prepárate para llenarlos de alimentos comprados a granel. O de salsas de esas maravillosas que preparas y sueles guardar en tupers de plástico.
- Para comprar tus frutas y verduras sigue siempre este orden: productor, tienda ecológica, frutería, mercado, grandes superficies.
- Para comprar legumbres, cereales, semillas, frutos secos…busca una tienda en la que los vendan a granel. En este tipo de tiendas podrás encontrar también encurtidos y aceitunas, por ejemplo, y disfrutarás de una mayor oferta en este tipo de alimentos que en superficies menos especializadas.
Si no puedes acceder a este tipo de tiendas, trata de escoger siempre las opciones que vengan en botes de cristal, que luego podrás reutilizar para guardar otras muchas cosas. Y esto se aplica a la compra de salsas, conservas, yogures y bebidas vegetales: si no vas a hacerlos tú mismo, mejor en tarro de cristal. - Rechaza todas las frutas y verduras que vengan envueltas en plástico o aquellas que vienen en bandejas ya cortadas. Lleva tu propia bolsa para almacenarlas y transportarlas hasta casa. Súmate al movimiento que grita que hay que desnudar la fruta.
Que no te dé vergüenza pedirle al dependiente o cajero que te permita usar tus preciosas bolsas reutilizables. Recuerda que lo vergonzoso es que para comprar un par de manzanas y un limón te acabes llevando a casa tres bolsas de plástico. Además, cada vez más supermercados y grandes superficies están incorporando bolsas de algodón para los clientes que están concienciados con el residuo cero. (¿Ves cómo nos observan?) - Elige siempre carnes y pescados frescos, a poder ser ecológicos. Cuenta la leyenda que la carne ecológica es mucho más cara, pero no es verdad: la realidad es que la carne no ecológica es vergonzosamente barata.
Si de todas formas decides adquirirla sin certificado ecológico, cómprala directamente en el mostrador y lleva un tuper de cristal o similar para transportarla hasta tu cocina.
Recuerda también que reduciendo la cantidad de carne y pescado que comes gozarás de una salud más fuerte, ahorrarás, y estarás ayudando a acabar con cosas feas como el sufrimiento animal o el impacto medioambiental que supone la ganadería intensiva.
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Para tu higiene, tres cambios revolucionarios:
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- Da el salto a los productos sólidos y enamórate de algo tan sencillo como usar una pastilla de jabón. Ahora mismo las hay para todo: para enjabonar cuerpo, cara, manos (o todo ello con la misma), champús, suavizantes de pelo, cremas hidratantes, mascarillas, desodorantes…Los puedes encontrar en tiendas de cosmética natural, en tiendas ecológicas como yebio, en pequeños mercados artesanos…Usándolos contribuirás a que los envases plásticos disminuyan y evitarás productos químicos en la limpieza de tu cuerpo serrano.
Los productos de higiene y cosmética en formato sólido duran mucho más, ocupan menos, son fáciles de transportar, ideales para viajar, son saludables, libres de tóxicos para ti y para el planeta y, además, preciosos y maravillosamente olorosos. - Sustituye los tradicionales bastoncillos de plástico y algodón por bastoncillos de madera de bambú. Los llaman Oriculi y provienen de la tradición china y japonesa para la higiene personal. Con sólo un palo de bambú ahorrarás muchos bastoncillos de plástico y además cuidarás mejor de tus tímpanos y salud auditiva.
- Si eres chica, la copa menstrual y las compresas de tela son una opción perfecta para los días de regla. Hacen menos daño a tu cuerpo que las compresas y tampones convencionales, te ahorran cantidad de dinero y, además, le ahorran toneladas de residuos tóxicos y plásticos al planeta.
- Da el salto a los productos sólidos y enamórate de algo tan sencillo como usar una pastilla de jabón. Ahora mismo las hay para todo: para enjabonar cuerpo, cara, manos (o todo ello con la misma), champús, suavizantes de pelo, cremas hidratantes, mascarillas, desodorantes…Los puedes encontrar en tiendas de cosmética natural, en tiendas ecológicas como yebio, en pequeños mercados artesanos…Usándolos contribuirás a que los envases plásticos disminuyan y evitarás productos químicos en la limpieza de tu cuerpo serrano.
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Para la limpieza de tu hogar, 5 consejos impolutos:
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- Puedes empezar por hacerte con un estropajo de luffa para la limpieza de tus platos. La luffa es un producto 100% natural que sirve perfectamente para eliminar la suciedad de tu vajilla y, cuando se acaba su vida útil, es completamente biodegradable. Cosa que no podemos decir de los estropajos convencionales.
- Compra lavavajillas, detergentes y limpiadores a granel. Los hay en muchas tiendas y son igual de efectivos que los que vienen en envase de plástico. La diferencia es que aquí el envase lo pones tú. Puedes hacerte con una botella de cristal grande o cualquier otro envase que se te ocurra y rellenarlo en la misma tienda.
- Para lavar la ropa deberías de probar las nueces de lavado. Son completamente naturales y duran cientos y cientos de lavados si las cuidas bien. Puede parecer algo muy extraño, pero la verdad es que la naturaleza ya ha creado jabones perfectos y estas bayas son el detergente para tu ropa más ecológico y zero waste que encontrarás.
- El Souji es otro producto maravilloso que te permite hacer jabón para limpiar la casa a partir de tus propios desechos de aceite. Contra todo lo que pueda parecer, este producto se mezcla con el aceite vegetal creando en un par de minutos un jabón efectivo y de olor agradable que nos ayuda a reducir nuestra huella medioambiental.
- Si lo prefieres, las recetas de las abuelas suelen ser las que mejor funcionan: con agua, vinagre, bicarbonato y un poco de esencia de árbol de té, por ejemplo, puedes hacer tu propio jabón para limpiar reduciendo plásticos pero también tóxicos y gasto de dinero.
Como ves, no son cosas especialmente complicadas.
Sólo requieren de un poco de voluntad y constancia. Antes de lo que crees todo esto te parecerán maravillosos hábitos que contribuyen a que te sientas muy muy bien.
Si ya practicas alguno de ellos, estupendo. Menos costumbres buenas que asumir en el día a día.
Si no, escoge los que te parezcan más fáciles, asequibles o bonitos y pon a prueba su sencillez y efectividad.
Y, sobre todo, los que más te gusten: COMPÁRTELOS CON OTRAS PERSONAS.
Para que el movimiento que rechaza los plásticos sea cada vez más y más grande, para llenar el mundo de buenas acciones contagiosas, para contribuir a un planeta sano, verde y azul, sin rastro de asquerosos residuos plásticos.
El futuro está en tus manos.
¿Te apuntas a cambiarlo?