¿Tú también crees que pasarse a un consumo ecológico significa gastar más dinero?
Porque hay mucha gente, demasiada, que rechaza la idea de empezar a consumir eco poniendo de excusa la economía.
Es algo que nos encontramos demasiado a menudo: esa afirmación rotunda que reza que todo lo que lleva la etiqueta “eco” o “bio” es mucho más caro que lo que no lo lleva.
Y claro, tal y como están los tiempos, con esta crisis encima, que la lista de la compra y de necesidades diarias incremente su valor un 10 o un 15% por ciento, puede suponer no llegar a fin de mes, o tener que establecer prioridades que significan renunciar a muchas “necesidades” básicas.
Pues sí, dicho así puede parecer que consumir ecológico es todo un lujo al alcance de unos pocos.
Pero, la verdad es que esto es una verdad a medias.
Para empezar, no se trata de que el consumo ecológico sea más caro, sino lo contrario:
lo que pasa es que consumir de forma no ecológica es demasiado barato.
Piénsalo bien:
A día de hoy puedes adquirir una botella de 2l de Coca-Cola por menos de 2€ y llevártela a casa sin que en la caja del supermercado, o en la puerta al salir, o en la televisión por la noche… ni siquiera en una etiqueta enorme en la botella…nadie te advierta que el consumo de Coca-Cola es adictivo y potencialmente tóxico.
Nadie te dice al pagar que la cantidad de azúcar que lleva puede trastornar a tu hígado o generarte obesidad.
Que consumiéndola estás comprando muchas papeletas para sufrir de diabetes.
Que la Coca-Cola puede machacar tu sistema digestivo, hacerte perder el esmalte de los dientes, o hacerte envejecer prematuramente…
Nadie te cuenta que cuando tomas Coca-Cola tu cuerpo reacciona de la misma forma que si tomases heroína…
¿Qué pasaría si en lugar de Coca-Cola en el carro se metiera Kombucha?
Pues pasaría que el precio de la compra aumentaría (una media de 1-2 €) pero la lista de posibles problemas de salud quedaría vacía.
Lo cuál compensa con creces el incremento de 2 euros. ¿No te parece?
Y, lo que es aún más importante, escogiendo Kombucha la lista de beneficios para el organismo engordaría considerablemente.
Todo ventajas enormes. Y por menos de 2€ de diferencia…
Así que, quizás, el problema no esté en que escoger un consumo ecológico salga más caro…
Tal vez el problema radique en que nadie nos educa para que sepamos el precio real y las consecuencias de consumir ciertos productos muy muy presentes en la lista de la compra, y muy muy dañinos para la salud.
Eso sí, baratísimos.
Y esto de la Coca-Cola es sólo un ejemplo, podríamos ponerte muchos más…
Pero, ¿sabes qué? En lugar de eso vamos a contarte una historia, la de nuestra amiga Charo.
Un ejemplo que ilustra a la perfección que el consumo ecológico no es, para nada, más caro.
Charo viene a vernos todas las semanas.
Vive muy cerca de yebio, tiene algo más de 80 años, y toda su vida ha tenido huerta, animales y ha estado en contacto con la naturaleza.
Charo cuenta que, desde niña, aprendió el valor de cuidar la Tierra, cuando ayudaba a recoger la cosecha, cuidar de los animales o trabajar la Tierra.
Durante su juventud, en una fiesta, conoció a Pedro, se enamoró, y se casó con él.
Pedro heredó el molino de sus padres, ubicado a 25 kilómetros de Nava, y cada día se levantaba a las 5 de la mañana para viajar en bicicleta, hiciese el tiempo que hiciese, hasta el concejo vecino, dónde se dedicó a moler grano hasta que la industria molinera asturiana empezó a decaer.
Mientras él trabajaba fuera de casa, ella cuidaba los hijos, la casa, los animales y el huerto, de dónde comía y de cuyo excedente vendía en el mercado semanal.
Charo enviudó hace ya 12 años.
Como sus hijos viven fuera de Asturias, la convencieron para vender su pequeña casa en el monte y adquirir un piso en la capital del concejo.
Esto sucedió hace unos 3 años. Desde entonces, cada 2-3 días Charo viene a yebio a hacer su compra semanal de verduras, hortalizas, legumbres…
Charo camina paseando y sonriendo, a pasitos cortos. A pesar de los surcos de arrugas que cruzan su piel, su cutis es suave, y sus ojos, claros y vivos, están llenos de sabiduría.
Le gusta pararse a charlar un rato cerca de la zona de las harinas, porque el olor le recuerda a los abrazos de su añorado Pedro.
Y, a veces, hace bizcochos, magdalenas o tarta de manzana, y nos trae la prueba. Y nosotras la compartimos, escuchándola relatar vivencias que hoy suenan a ciencia ficción y que guardamos en el cajón de la sabiduría como tesoros.
Charo nunca trabajó fuera de casa, a pesar de que cuenta que le hubiese gustado ser maestra (no es consciente que, aún sin haber ejercido como tal, ella es una maestra).
Todos sus ingresos se reducen a una pensión que no llega a los mil euros (ni se les acerca).
Aún así, cada semana llena su carro de ruedas de acelgas, lechuga, tomates, zanahoria, legumbres a granel, semillas, fruta de temporada…
También le gustan los yogures, el queso, los jabones sólidos, la pintura de uñas y de labios de color rojo… y hace muy poco descubrió que puede lavar y limpiar con Souji y está encantada con el invento.
No hemos oído a Charo jamás quejarse de que su consumo ecológico salga caro.
Ella siempre llega regalando sonrisas y mostrándose agradecida por tener un lugar dónde encontrar aquello que antes encontraba en su añorada huerta casera.
De lo que sí se queja Charo es de lo poco que se valoran los enormes privilegios de los que gozamos en la sociedad actual.
Y también lamenta que nadie valore lo barato y saludable de un guiso de lentejas de esos que duran dos días.
O de cómo sus nietos vienen a visitarla y prácticamente no levantan la vista de la pantalla del teléfono móvil…
¿Y por qué no se queja Charo de que consumir ecológico sea caro, a pesar de que sus ingresos no superen los 1000€?
Porque sabe lo que cuesta cuidar un huerto sin regarlo con pesticidas.
Y jamás ha apuntado en su lista de la compra Coca-Cola.
Porque no entiende que las personas decidan gastar dos salarios mínimos en comprarse un teléfono móvil de última generación y comer pizzas precocinadas, patatas fritas de bolsa, galletas llenas de harinas refinadas o bebidas hechas de química y agentes corrosivos.
Porque tiene muy claras sus prioridades.
¿El consumo ecológico es caro?
¿Comparado con qué?
Porque, si lo miras con los ojos de Charo, con lo que cuesta un iPhone de última generación puedes llenar un carro de productos ecológicos hasta los topes durante 12 meses.
Prioridades:
5€ más al mes pueden suponer 4 litros de Coca-Cola menos.
Un día menos de cine.
Un par de camisetas de zara menos en tu armario.
3 o 4 pizzas congeladas menos por mes…
Y mucha salud y mucha ética de consumo para sumar a tu vida.
Tú decides cuáles son tus prioridades y en qué pones el foco cuando escoges dónde gastar tu dinero.
Puedes hacer como Charo, y disfrutar de las cosas sencillas comiendo sano y siendo consciente de que consumir de forma no ecológica es excesivamente barato y hace excesivo daño al organismo.
O puedes hacer como la masa y alimentar la consigna de lo caro mientras pones el foco y dejas tu dinero y tu salud en productos contaminantes y tóxicos, o en necesidades banales.
Reiteramos: tus prioridades las marcas tú.
Y marcándolas en verde, poniéndoles la etiqueta eco, puedes hacer que tu consumo cambie el mundo a mejor sin dejarte la economía, ni la cartera, ni los ahorros, ni la salud en el camino.
No, el consumo ecológico no sale más caro.
Lo que realmente sale caro es consumir como si hubiera un planeta de repuesto, como si nuestros actos de hoy no influyeran en la vida que habrá mañana, como si tomar tóxicos, pesticidas, microplásticos y química no fuese excesivamente barato.
Así que si necesitas ayuda o compañía para hacer un consumo más eco-lógico y con prioridades más saludables y éticas, no te dejes llevar por las falsas consignas y (com)prueba lo bien que sienta consumir, comer y vivir de forma eco-lógica.
- Puedes hacerlo comprando en esa pequeña tienda de tu barrio que trabaja con productores hortícolas cercanos y sostenibles.
- Entrando en ese grupo de consumo de tu ciudad, donde seguro que habrá personas con las que compartir el camino y aprender.
- También puedes ir a un mercado.
- O incluso comprar en grandes almacenes, mirando muy bien qué compras y sus etiquetas.
- Y hasta comprar online, seleccionando los productos en distintas páginas dedicadas a los productos ecológicos.
O, si quieres que sea muy fácil, puedes darte un garbeo por yebio y sumar ecología en tu alimentación, tu cuidado personal y en tus limpiezas hogareñas, encontrando todos los productos ecológicos que necesitas en un solo lugar.
Decidas dónde decidas comprar, recuérdalo, el consumo ecológico no es más caro, sólo depende de que prioridades y conciencia se alineen y actúen.
Lo demás, viene rodado: palabra.
Y ahora, cuenta… ¿sigues pensando que el consumo ecológico es más caro?
¡Te leemos!
¡Buenos días!
Gracias por vuestro post, ye muy necesario, «de cajón»! Tengo muchas ganas de conocer la tienda, me pasaré pronto a verla!
Un abrazo,
Marta
Hola Marta,gracias por tus palabras.
Te esperamos con los brazos abiertos
Chicas, acabo de verlo en el mapa y me queda bastante a desmano (estoy en Quirós) así que a lo mejor tardo más en pasarme. Acabo de llegar y desde luego, tengo ganas de encontrar mi tienda de confianza por aquí. Saludos!