alimentación ecológica: guía para fluir hacia ella

Hablemos de alimentación ecológica de forma clara.

Pero, antes de entrar en materia, déjanos lanzarte unas preguntas a modo de reflexión.

Piensa bien las respuestas…

¿Comes como comes porque quieres?

¿Estás alimentándote según tu naturaleza?

¿Escuchas a tu cerebro y a tu cuerpo para saber qué te piden, proporcionándoles aquello que les refuerza?

¿O, simplemente, empujas un carro enorme por un pasillo gigante y lo vas rellenando de distintos paquetes plastificados con productos según oferta, publicidad, facilidad de cocinado y precio?

La sociedad de las prisas, los precocinados, ultraprocesados, petróleo y plásticos nos enferma.

La alimentación ecológica es la llave para sanar.

O, quizás, más bien, la conciencia ecológica. Y, dentro de ella, la conciencia de alimentarse de aquello que nos proporciona la Tierra, sin adulterarnos ni adulterarla.

alimentación ecológica paso a paso-yebio

Alimentación ecológica: mejor para tu salud

Es un hecho constatado: los alimentos ecológicos favorecen la buena salud y el buen funcionamiento del cuerpo.

No es para menos: se trata de alimentos sin adulterar de ninguna manera, puros, naturales, con sus nutrientes intactos.

No contaminan, no están contaminados… y, claro, no te contaminan.

La gran pregunta es por qué no se habla constantemente de los enormes beneficios de la alimentación ecológica y, sin embargo, se nos acribilla a publicidad de alimentos procesados, pasados de grasas, sal, azúcares y adulteración tóxica.

Así que, más que explicar por qué beneficia la alimentación ecológica a tu organismo, lo que hay que cuestionarse es cómo afecta la alimentación no ecológica a tu organismo.

Y, querida, esto es muy fácil de ver: si tomas veneno, te envenenas. Así de simple.

 

Si no, imagina un día cualquiera, a la hora de comer. Tienes hambre y te han invitado a degustar un menú en un local que te pilla muy cerca.

Las tripas te rugen. Estás deseando saber qué hay de comer y, mientras caminas rumbo a tu comida, salivas imaginando tus platos favoritos esperándote sobre un mantel precioso.

Bien. Ya estás sentada a la mesa. Un camarero te da a escoger entre dos menús bastante parecidos:

De primero, lentejas al curri con verduras eco o lentejas al curri con verduras cultivadas con pesticidas, herbicidas y abonos químicos.

Segundo, filete de tofu con patatas eco al horno y ensalada de brotes bio tiernos o filete de ternera hiperhormonada y con antibióticos acompañado de patatas regadas con bactericida fungicida y de ensalada de brotes cultivados con abonos químicos.

De postre, fruta fresca de temporada con yogur de coco helado o bollicao.

¿Con qué menú te quedarías?

Esto es lo que tienes que plantearte. Y no sólo ahora, plantéatelo todos los días.

¿Cuál es la cara oculta de lo que comes?

Lo que hay oculto en la comida no ecológica tiene propensión a enfermarte y/o matarte porque se trata de sustancias tóxicas, altamente dañinas, que sólo se utilizan para acelerar procesos, ahorrar mano de obra o esquivar los ciclos estacionales.

Y sí, todo esto se consigue pero, a cambio, tenemos comida contaminada capaz de crear trastornos en tu sistema inmune, tu sistema nervioso, tus digestiones, tu rendimiento físico…

La cara oculta de la alimentación no ecológica son cosas como que los pesticidas y antibióticos interfieren en el desarrollo del sistema inmunitario y causan numerosas alergias e infecciones. Además, los hiper usados pesticidas también interfieren en el funcionamiento metabólico y endocrino, además de ser terribles para las neuronas y susceptibles de causar deficiencias intelectuales.

Pero la cosa no acaba ahí: está demostrado que el consumo de alimentos cultivados con pesticidas provoca infertilidad y cáncer.

Y que el uso excesivo de antibióticos que se da en las granjas de animales favorece la proliferación de bacterias resistentes a los medicamentos…

En cambio, la alimentación ecológica no tiene nada oculto, excepto beneficios: un enorme poder antioxidante, mejoría del sistema inmune, reducción de alergias, prevención de la obesidad, menor riesgo de padecer enfermedades cardiacas, cáncer, diabetes… y, además, mejor sabor, más nutrientes, más energía…

Si somos lo que comemos, deberíamos dejar de comer veneno. ¿No te parece?

alimentación ecológica paso a paso

Alimentación ecológica: mejor para el planeta

Las frutas y las verduras. El aceite. La sal. Las legumbres. La leche. La carne. El pescado. El queso, los yogures, el chocolate, el café… absolutamente todo lo que guardas en tu despensa y nevera, todo lo que te llevas al estómago al cabo del día, tiene una consecuencia medioambiental.

Los pesticidas, fungicidas, abonos químicos, antibióticos, biocidas, fertilizantes industriales… están muy muy presentes en granjas agricultoras y ganaderas.

Además, están los modos de producción: se talan superficies arbóreas, se destruyen los cultivos y se extienden los monocultivos, se derrochan los recursos hídricos, se contaminan los recursos hídricos restantes, se expulsan enormes cantidades de gases y partículas contaminantes a la atmósfera…

Y esto es sólo la punta del iceberg: animales hacinados, experimentación cruel, alteraciones genéticas, contaminación de Tierras, destrucción de hábitats, extinción de especies, cambio climático, nuevos virus y enfermedades… plásticos, petróleos, uso excesivo de combustibles fósiles, mala gestión de residuos, mentiras con el reciclaje…

¡Basta ya!

Podemos proteger la biodiversidad y seguir alimentándonos de manera placentera y completa.

La alimentación ecológica proporciona alimentos de la máxima calidad respetando el medio ambiente y preserva la fertilidad de la Tierra utilizando los recursos naturales de manera óptima, respetuosa y sostenible.

Sólo tenemos un planeta. Para conservarlo urge un cambio de mentalidad. Y ese cambio comienza en la alimentación, un hábito necesario para la supervivencia que llevamos a cabo varias veces al día.

alimentación ecológica paso a paso

Alimentación ecológica paso a paso: fluye con permisibilidad hacia la consciencia eco

Sí, sabemos lo complicado que es.

Lo difíciles que son los inicios o mantener las buenas costumbres.

Por eso, el primer paso para dar el salto a una alimentación ecológica debe ser la permisibilidad.

¿Te parece raro?

Cualquier cosa que se haga de manera forzada implica fracasos.

Abrir un surco diferente al que hemos transitado siempre, un surco que además nos encontramos ya hecho, requiere de cierto esfuerzo.

Y con la alimentación ecológica pasa esto.

Permítete ser flexible: no tienes que convertirte en nutricionista profesional de la noche a la mañana. No hay porqué deshacerse de todo lo que consumimos y cambiar de forma radical.

Empieza por algo sencillo: por ejemplo, la fruta y las verduras. Con ellas no hay que leer etiquetas, ni descifrar listados de ingredientes. Sólo tienes que preguntarle a google (o al tendero del mercado) cuáles son las de temporada y buscarlas con certificación ecológica.

A partir de ahí, todo son caminos. Lo siguiente puede ser la carne: reduce su consumo a uno o dos días (o ninguno) y cómprala con certificación eco.

Después de eso, ya puedes pasar al siguiente nivel: lácteos, aperitivos, aceites, pasta, salsas, especias, harinas, endulzantes…

Tú marcas el ritmo. Ponte pequeños objetivos y vete cumpliéndolos poco a poco, disfrutando la satisfacción de los pequeños grandes  logros y avanzando al ritmo que más cómodo te resulte.

Con permisibilidad, todo fluye mejor. Poco a poco, se conquistan imperios. Y, créetelo, en este caso se trata de un imperio lleno de sabor y salud de los buenos.

alimentación ecológica

Otro gran lastre que puedes encontrarte es la presión externa.

Oye, es de manual: puedes pasarte años comiendo mal y nadie te juzga ni te aconseja, pero decides empezar a comer más sano a base de alimentación ecológica y todo el mundo se convierte en experto y crítico de esa decisión de un día para otro…

Vamos, que aparecen “nutricionistas” por todos lados lanzándote afirmaciones del tipo:

 “Pues vaya decisión saludable más sibarita, si comer ecológico es más caro…”

O “Buf, qué pereza, vas a tener que recorrer un montón de tiendas distintas para encontrar lo que quieres, con lo fácil que es comprar todo en el mismo sitio…”

O, “eso de la alimentación ecológica es un bulo enorme, déjate de tonterías que te vas a cansar enseguida de esa moda de lo Bio…”

Pues mira, deja volar todos estos prejuicios y no hagas caso de las críticas: la alimentación ecológica es tan (o mucho más) sencilla que la alimentación que no sigue pautas eco.

Y no, no es más cara. Lo que habría que plantearse es si no resulta excesivamente barato comer de forma no ecológica.

Preguntémonos, de verdad, qué estamos comiendo día a día.

Imaginemos el proceso de producción de todo aquello que nos llevamos a la boca y le damos a nuestro cuerpo para que se nutra.

El ahorro que representa lo no ecológico frente a lo eco se llama enfermedad.

Lo que es caro y es barato para tu salud sólo lo decides tú.

La verdad verdadera es que la alimentación ecológica es la única que te garantiza respeto: por tu salud y por la del planeta que habitas.

Ten en cuenta que lo que para ti representa un cambio para los demás también lo es: pueden tardar en acostumbrarse, pero lo harán. Sólo necesitan, como tú, tiempo.

Y sí en el camino, reclutas a alguien más hacia la alimentación ecológica, premio para todos.

Pero, sobre todo, protégete de las críticas y los prejuicios con esta sentencia como escudo: comer ecológico y decidirse por un estilo de vida sostenible y Bio no tiene nada de complicado ni de sibarita.

Es sentido común, ética y salud.

Y quién diga lo contrario, miente.

Alimentación ecológica: el primer paso de una vida eco-lógica y saludable

 

 

Una de las mejores cosas de dar el salto a la alimentación ecológica, con permisibilidad y sin presiones, es que es un camino que siempre se ensancha.

Es decir, si eres capaz de fluir en esa consciencia y aferrarte muy fuerte a las razones que te llevan a comer ecológico (salud para ti y para el planeta, más nutrientes, más energía, sistema inmune reforzado, antioxidantes, sabor…) poco a poco, ese camino te lleva a otras opciones igual de eco e igual de lógicas.

Digamos que, como en todo lo que se practica, te vas especializando en el tema eco.

¡Y hay tantas alternativas y tanta practicidad en esa especialización que es como si se abriera un mundo nuevo ante ti, un mundo limpio de consciencia y productos sin tóxicos.

Empiezas por alimentarte con consciencia y, sin esfuerzo, descubres que implementar ecología en otros aspectos diarios es sencillo y placentero.

Por ejemplo, la cosmética: utilizamos productos cosméticos todos los días. No sólo maquillaje, cremas o aceites, también champú, gel, bastoncillos, pasta de dientes, desodorante… la higiene diaria también puede ser una cuestión eco-lógica. Y, de la misma manera que con los productos alimenticios, en este ámbito hay tóxicos y venenos por todas partes.

Huir de ellos es de sentido común.

Sucederá lo mismo con los productos de limpieza de tu hogar: si existen productos limpios, libres de plástico y de ingredientes contaminantes, ¿por qué utilizar productos altamente perjudiciales para tu salud, el agua, el medio y el futuro?

¿Quién necesita tener 5 botellas de líquidos inflamables, venenosos y contaminantes si puedes tener una rellena de de ingredientes naturales y biodegradables que sirva para limpiar, lavar y, encima, te ayude a reciclar?

¿Quién necesita usar productos tóxicos para la higiene hogareña si puede gozar de la misma limpieza con algo tan sencillo como una pastilla de jabón y un kit de limpieza sostenible hecho para durar años y recargarse con una pequeña pastilla?

A partir de aquí, cada descubrimiento eco-lógico te parecerá una cueva de las maravillas: descubrirás el enorme poder de los aceites esenciales ecológicos y la aromaterapia como medicina, comprenderás que en tu cocina sobran un montón de plásticos y menaje que pueden ser sustituidos por cacharros hiper prácticos, saludables, reutilizables y duraderos… te darás cuenta de que filtrar el agua es una opción económica y ecológica estupenda…

Es como un hilo: empiezas con la alimentación ecológica y, si eres capaz de ir tirando despacio de él, sin prisa pero sin pausa, llegarás a un punto en el que te preguntarás como habías podido vivir sin una filosofía ecológica…

Y así, querida, es como se conquistan las mejores cimas: disfrutando del camino y yendo a tu ritmo pero sabiendo, cien por cien segura, que te diriges a una cumbre consecuente y consciente. Y que lo mejor de los viajes no es sólo el destino, sino también el trayecto que conduce hasta él.

Así que… buen viaje hacia la consciencia ecológica.

Y si, en algún momento de tu periplo, necesitas ayuda, aquí nos tienes.

 

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